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Parkinson: Un tratamiento cerebral prometedor

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Pulsos eléctricos transmitidos al cerebro pueden ayudar a los pacientes con mal de Parkinson, depresión y trastorno obsesivo-compulsivo.

Sin embargo, todos los métodos disponibles tienen desventajas: ya sea que involucren el riesgo de cirugía, a raíz de implantar electrodos en el cerebro, o estimulan desde la superficie del cráneo, limitando la capacidad de dirigir la electricidad a las áreas correctas del cerebro.

Ahora, un equipo de neurocirujanos e ingenieros ha concebido un método en experimentos con ratones que podría lograr lo mejor de ambos mundos: evitar la cirugía mientras que, al mismo tiempo, se llega a las áreas profundas del cerebro. Los expertos señalan que si el método resulta efectivo y libre de peligro, podría ayudar a una gama de trastornos neurológicos y psiquiátricos de forma más económica y segura que las estrategias actuales.

Edward S. Boyden, autor principal del estudio y codirector del Centro para Ingeniería Neurobiológica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), dijo que él y otros ya están poniendo a prueba el método en personas sin trastornos para ver si funciona en cerebros humanos. Si son prometedores esos resultados, Alexander Rotenberg, un neurólogo en Boston, aseveró que colaboraría con el equipo para evaluar la técnica para la epilepsia.

El nuevo estudio utiliza una herramienta básica y establecida desde hace mucho tiempo: la electricidad. Pero agrega un nuevo giro.

El método, llamado interferencia temporal, involucra trasmitir distintas frecuencias eléctricas, demasiado altas para que las neuronas respondan a ellas, desde electrodos en la superficie del cráneo. El equipo halló que donde las corrientes se intersectaban dentro del cerebro, las frecuencias interferían entre sí, cancelando todo menos la diferencia entre ellas y dejando una corriente de baja frecuencia a la que respondían las neuronas en esa ubicación.

“Los campos electrónicos de muy alta frecuencia son mucho más rápidos de lo que el cerebro puede seguir realmente, por las mismas razones que tú y yo no podemos escuchar un sonar de navegación”, explicó. “Pero si transmites 1000 hertz y 1001 hertz al cerebro, la neurona reaccionará como si estuvieras transmitiendo 1 hertz. Y sólo la región donde interfieren las dos es donde obtienes la señal”.

Eso significa que otras regiones no serían afectadas por la electricidad.

Cuando el equipo utilizó electricidad para estimular el hipocampo en ratones, “no hubo ninguna evidencia de que se activaran las neuronas” en la corteza y en otras estructuras cercanas de la superficie, apuntó Li-Huei Tsai, directora del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria de MIT, quien encabezó los experimentos en ratones.

Para poner a prueba si podían dirigir la electricidad, los investigadores apuntaron a ciertos puntos en la corteza motora que hacen que los ratones muevan sus patas delanteras, bigotes u orejas. La técnica no causó problemas de seguridad, señaló Tsai.

“Tenemos que evitar áreas del cerebro que pudieran causar contracciones motoras, debilidad o problemas con el habla o la visión”, dijo Michael Okun, neurólogo en la Universidad de Florida. “Un par de milímetros en el espacio cerebral podría ser la distancia entre Florida y Australia”.

No obstante, hasta la fecha “han logrado algo que es bastante extraordinario”, agregó.

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