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Medicamentos antiguos ofrecen nuevas esperanzas en la batalla contra el Parkinson

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Unos científicos han encontrado indicios tempranos de que unos compuestos de ciertos medicamentos para el asma podrían tener la capacidad de combatir la enfermedad de Parkinson.

Los investigadores advirtieron que sus hallazgos son solo un primer paso. Se necesita mucho más trabajo antes de que puedan conducir a algún tratamiento nuevo para el Parkinson.

Los compuestos se conocen como agonistas adrenérgicos beta 2, y se encuentran sobre todo en fármacos que tratan al asma y a otras afecciones pulmonares mediante la dilatación de las vías respiratorias. Incluyen a medicamentos como albuterol (ProAir, Ventolin) y metaproterenol.

El nuevo estudio, publicado en la edición del 1 de septiembre de la revista Science, encontró que los compuestos parecen reducir la actividad de un gen implicado en la enfermedad de Parkinson.

«Creemos que es una vía potencial y emocionante para desarrollar tratamientos nuevos para el Parkinson», dijo el investigador principal, el Dr. Clemens Scherzer, neurólogo en el Hospital Brigham and Women’s y en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston.

Pero advirtió que no hay que saltar a extraer conclusiones. Los médicos no deben comenzar a recetar medicamentos para el asma con el fin de tratar a sus pacientes con Parkinson.

Un investigador que escribió un editorial que acompañó al estudio se mostró de acuerdo.

«La gran advertencia de esto es que se trata de medicamentos aprobados por la FDA, y los médicos podrían recetarlos fuera de etiqueta», apuntó el Dr. Evan Snyder, profesor en el Instituto de Descubrimientos Médicos Sanford Burnham Prebys, en San Diego.

Se refería al hecho de que los médicos están autorizados a recetar medicamentos por motivos distintos de sus usos oficialmente aprobados.

«Mi inquietud es que la gente pueda tomar estos fármacos de forma no regulada», dijo Snyder.

Dicho esto, afirmó que los nuevos hallazgos son promisorios. «Creo que es suficiente para justificar que se pase a ensayos clínicos realizados de forma adecuada», planteó Snyder.

El Parkinson es un trastorno del movimiento que afecta a casi un millón de personas tan solo en Estados Unidos, según la Parkinson’s Disease Foundation.

Su causa no está clara, pero a medida que la enfermedad avanza, el cerebro pierde las células que producen dopamina, una sustancia que regula el movimiento. Como resultado, las personas sufren síntomas como temblores, rigidez en las extremidades, y problemas de equilibrio y coordinación que empeoran de forma gradual con el tiempo.

Muchas personas con Parkinson presentan una acumulación de depósitos de proteínas, llamados cuerpos de Lewy, en el cerebro. Están formados sobre todo por una proteína llamada alfa-sinucleína.

Los científicos no están seguros de si la acumulación de proteínas es en realidad una causa del Parkinson o solo un «daño colateral» del proceso de la enfermedad, comentó Snyder.

Pero añadió que unas mutaciones en el gen de la alfa-sinucleína se han implicado como una causa de unos casos de Parkinson hereditario poco habituales.

Según Scherzer, también hay evidencias de que «variantes de riesgo» del gen de la alfa-sinucleína pueden contribuir a formas más comunes del Parkinson.

Los investigadores ya están intentando desarrollar fármacos que se dirijan a la alfa-sinucleína, por ejemplo eliminándola del cerebro. Scherzer dijo que su equipo utilizó un método distinto.

«Pensamos que la mejor forma de afrontarlo podría ser ‘reducir’ la producción de alfa-sinucleína», explicó.

Los investigadores evaluaron más de 1,100 compuestos (desde medicamentos recetados a vitaminas y hierbas) para averiguar si alguno reducía la actividad del gen de la alfa-sinucleína.

Los ganadores fueron los agonistas beta 2.

Luego, los investigadores recurrieron a una base de datos noruega que registra todos los medicamentos recetados en ese país. Entre más de 4 millones de personas, el equipo de Scherzer identificó a más de 600,000 que habían usado el medicamento contra el asma salbutamol (conocido como albuterol en Estados Unidos).

En general, esas personas tuvieron un tercio menos de probabilidades de desarrollar Parkinson a lo largo de 11 años, en comparación con los que no los usaban. En contraste, el riesgo de Parkinson era del doble entre las personas que habían utilizado en cualquier momento el antihipertensivo propanolol (Inderal).

El propanolol es un beta bloqueador, una clase de medicamentos que por lo general se utilizan para tratar la presión arterial y la enfermedad cardiaca. Los investigadores encontraron que los beta bloqueadores podrían en realidad aumentar la actividad del gen de la alfa-sinucleína, dijo Scherzer.

Pero enfatizó que los hallazgos no prueban que los medicamentos para el asma prevengan el Parkinson, ni que los beta bloqueadores contribuyan a la enfermedad.

«Para probar causalidad se necesita un ensayo clínico», dijo Scherzer.

Pero sí advirtió que un ensayo clínico no debe apresurarse. Para Scherzer, lo mejor sería intentar refinar los compuestos agonistas beta 2, para hacerlos más efectivos en la reducción de la alfa-sinucleína.

También dijo que cualquier estudio futuro debería enfocarse en pacientes de Parkinson que porten variantes del gen de la alfa-sinucleína que se han vinculado con la enfermedad.

Snyder se mostró de acuerdo en que cualquier efecto de los agonistas beta 2 podría variar según la genética del individuo.

Los hallazgos plantean otra pregunta más inmediata: ¿Qué pasa con los pacientes de Parkinson que toman beta bloqueadores, los medicamentos vinculados con un riesgo más alto de la enfermedad?

Tanto Snyder como Scherzer enfatizaron que no deben abandonar ningún fármaco necesario para la hipertensión o la enfermedad cardiaca.

Pero Scherzer señaló que los pacientes preocupados pueden preguntar al médico si hay fármacos alternativos.

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