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El enojo y el esfuerzo físico intenso: ¿receta fácil para un ataque cardiaco?

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El enojo intenso o un esfuerzo físico fuerte podrían ser desencadenantes de un primer ataque cardiaco en algunas personas, sugiere una nueva investigación.

En el estudio de más de 12,000 personas, tanto la actividad intensa como las emociones fuertes parecieron duplicar las probabilidades de sufrir un ataque cardiaco en la siguiente hora. Ese riesgo aumentó unas tres veces cuando las personas se sentían enojadas y se esforzaron físicamente al mismo tiempo.

El estudio dista mucho de ser el primero en sugerir que los brotes de ira o el esfuerzo físico puedan desencadenar un ataque cardiaco, y tampoco lo prueba.

Pero es más grande que estudios anteriores, y más diverso, ya que cubre a los pacientes de un primer ataque cardiaco en 52 países, apuntó Barry Jacobs, un vocero de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) que no participó en la investigación.

«Esto confirma que enojarse en extremo no es bueno, ni para los demás ni para usted», apuntó Jacobs.

¿Significan los hallazgos que todo el que se enoja experimenta un aumento similar en el riesgo de ataque cardiaco?

«El sentido común dice que no», comentó Jacobs, director de ciencias conductuales del Programa de Residencia en Medicina de la Familia Crozer-Keystone en Springfield, Pensilvania.

Señaló a la biología subyacente: las emociones o las actividades intensas pueden aumentar la presión arterial y la frecuencia cardiaca, y hacer que los vasos sanguíneos se estrechen. Eso, a su vez, podría provocar que cualquier «placa» que esté taponando las arterias se desprenda y corte el flujo sanguíneo al corazón, provocando un ataque cardiaco.

Pero una persona tendría que tener esas placas en primer lugar, dijo Jacobs.

En el estudio, los investigadores preguntaron a los pacientes de ataque cardiaco si habían estado enojados o emocionalmente molestos en la hora antes del ataque cardiaco, o durante la misma hora el día anterior. También les preguntaron sobre el esfuerzo físico intenso.

El estudio no exploró los detalles, como el tipo de actividad física o si la persona había tenido una explosión de ira o había sufrido en silencio.

«Lo que pensamos que era importante fue preguntar a la misma persona sobre dos periodos distintos», aclaró el investigador líder, el Dr. Andrew Smyth, del Centro de Investigación sobre la Salud de la Población de la Universidad de McMaster, en Canadá.

Su equipo encontró que, en promedio, las personas tenían más de dos veces más probabilidades de sufrir un ataque cardiaco en la hora posterior a haber experimentado emociones o actividades intensas, en comparación con la misma hora del día anterior.

En total, casi un 14 por ciento de los participantes del estudio dijeron que se habían esforzado físicamente en la hora antes de que comenzaran sus síntomas de ataque cardiaco. Una cantidad similar afirmaron haber estado enojados o molestos.

Smyth apuntó que su equipo observó otros factores que afectan al riesgo cardiaco, pero ninguno cambió los riesgos vinculados con el esfuerzo físico y las emociones intensas. El esfuerzo físico, por ejemplo, aumentó el riesgo de ataque cardiaco de una persona independientemente de que por lo general fuera sedentaria o hiciera ejercicio de forma regular.

Aun así, según los investigadores, las personas se enfrentan a «desencadenantes externos» como la ira y el esfuerzo físico a diario, sin sucumbir a un ataque cardiaco. Así que es probable que esos desencadenantes entren en acción solo cuando una persona tenga placas que taponen las arterias que sean particularmente vulnerables a la ruptura.

Los hallazgos sobre el esfuerzo físico fuerte no niegan la importancia del ejercicio regular, afirmó Smyth. Anotó que es bien sabido que el ejercicio tiene muchos beneficios a largo plazo para la salud, entre ellos un riesgo más bajo de enfermedad cardiaca.

Pero Smyth sí aconsejó evitar los «extremos», tanto físicos como emocionales.

«Sí me doy cuenta de que lograrlo es difícil», dijo. «Hay momentos en que la exposición a esos extremos es inevitable».

Pero las personas con factores de riesgo de ataque cardiaco pueden evitar el esfuerzo físico intenso cuando sea posible, y «emplear estrategias» para evitar las emociones extremas, según Smyth.

Jacobs se mostró de acuerdo. Dijo que no aconseja «enterrar las emociones». Pero añadió que «la gente puede aprender formas más adecuadas de manejar sus emociones».

Jacobs indicó la meditación, los ejercicios de respiración y relajación, y los programas de gestión de la rabia y del estrés como fuentes de ayuda. Sugirió que las personas hablen con sus médicos sobre los recursos que hay en su comunidad, o que acudan a internet para aprender técnicas sencillas, como las prácticas de respiración.

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