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Buscan prohibir la publicidad de comida chatarra en la calle

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El Estado incumple en proteger el interés superior de la infancia y sacrifica la salud de los niños y niñas a una de las peores epidemias de sobrepeso y obesidad en el mundo.

Los criterios nutricionales son laxos, los programas que más ven los niños no están regulados, la publicidad sigue en otros medios y continúa el uso de herramientas para engañar y manipular a esa población vulnerable. Es el momento de empezar a charlar y evaluar la posibilidad de regular o prohibir la publicidad de comida chatarra en la vía pública.

No existe una regulación en materia de publicidad de alimentos calóricos, la obesidad y la diabetes carecen de rigor y han sido influidas por la gran industria de alimentos y bebidas. La publicidad engaña a los niños por intermedio de regalos o del uso de sus personajes favoritos.

La Legislatura porteña discutirá un proyecto para prohibir la publicidad de comida chatarra, puntualmente la orientada a los menores.

La iniciativa fue presentada por la legisladora Inés Gorbea, de (Sumá +). El proyecto de ley tiene dos partes. Por un lado, busca prohibir la publicidad “en cartelería, folletería o cualquier otro medio, de alimentos y bebidas no saludables, que tengan altos contenidos de grasas, azúcares y sal”.

La segunda parte es específica para los niños. Propone prohibir que las publicidades utilicen lenguaje infantil, personajes famosos, premios, juguetes o cualquier tipo de elemento que pueda despertar la atracción de los menores por consumir gaseosas, golosinas, snacks u otros tipos de comida no saludable.

Para dar ejemplos, de aprobarse la ley quedarían prohibidos desde los folletos publicitando pizzerías hasta los típicos carteles de gaseosas, pasando por los avisos de cadenas de hamburguesas o de golosinas que usen, por ejemplo, a deportistas, actores o dibujos animados.

Las multas por violar estas restricciones podrían alcanzar los $ 144.775. “Sólo abarcaría cartelería y folletería, no a la televisión porque ese es un tema de jurisdicción nacional. Pero algo hay que empezar a hacer, de hecho la UNICEF recomendó prohibir este tipo de publicidades dirigidas a los niños. El 40% de los chicos de la Ciudad tiene sobrepeso o sufre de obesidad”, aseguró la diputada Gorbea.

Una investigación calcula que, por semana, los niños están expuestos a unas 60 publicidades de comida no saludable. Además, que el 85 por ciento de los alimentos publicitados tienen bajo valor nutritivo.

Las verduras y las frutas no son lo que eran para los niños es algo que se conoce hace tiempo. Sin embargo, no era conocido el descomunal bombardeo publicitario de la llamada comida chatarra entre los más pequeños y que ha llevado a los especialistas a calcular que en todo el mundo existen alrededor de 41 millones de menores de 5 años con sobrepeso, la mayoría, en países en desarrollo.

La Fundación Interamericana del Corazón (FIC) en Argentina alerta sobre este fenómeno y sobre el impacto que tiene la publicidad de comida no saludable en los niños.

En el marco de este estudio, la FIC también realizó una campaña que incluye videos en los que un grupo de madres comparte sus opiniones y experiencias sobre la alimentación de sus hijos, la publicidad y la promoción de comida chatarra.

Ademas La OMS propone restringir la publicidad de alimentos para evitar la obesidad infantil Los que deciden en última instancia siempre son los padres. El problema radica en que muchas veces los adultos acceden a los pedidos de los chicos sin saber lo que les están dando. “Cuando se escoge para los niños, la mayoría no hace ni el intento de leer los ingredientes. Levanta un jugo porque ven una imagen de una manzana mojada con rocío y cree que compra jugo de fruta. La verdad es que se trata de un líquido que tiene conservantes, aditivos y hasta adictivos”, advierte la médica homeópata especialista en nutrición Graciela Varela.

“Muchos papás reconocen que la culpa los lleva a reemplazar el tiempo que no pasan con los niños con golosinas o comida rápida”, comenta Gabriel Gordillo, director terapéutico de un centro de salud alimentaria. Por eso, el abordaje para tratar la obesidad en los niños debe comenzar con los padres y el cambio de hábitos. “Los niños entienden las publicidades de manera literal. Creen que de verdad van a ser más felices o van a ganar un premio. Necesitan que los padres los ayuden a decodificar el mensaje”, añade.

“La publicidad considera a los chicos como objetos de consumo y no en su dimensión de niño y sujeto”, explica Agustina Malcum, psicóloga. Además usan las necesidades del niño para vender y no para desplegar sus capacidades. “Tampoco se plantea la alimentación como algo que debe ser adecuado ni que sirve para fomentar el vínculo con la madre y la familia”, concluye.

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