4 claves para entender cómo funciona la homeopatía

1. Cada medicamento sirve para cosas a veces muy disimiles. Por ejemplo, un medicamento llamado Phosphorus, hecho con fósforo inorgánico, puede ser usado para problemas respiratorios (bronquitis agudas o crónicas, neumonía, laringitis, resfríos, cuadros gripales), problemas digestivos (gastroenteritis, hepatitis), trastornos de ansiedad y ataques de pánico, enfermedades de la retina, hemorragias y otros.

2. A su vez, cada uno de los problemas mencionados más arriba, puede ser tratado con diferentes medicamentos, dependiendo de cómo el problema se manifiesta en el paciente. La homeopatía no sigue la lógica diagnóstico, mismo (o casi el mismo) tratamiento para todos los que comparten el mismo diagnóstico (o muchas veces síntomas). La homeopatía además de tener en cuenta el diagnóstico o síntomas, suma las características peculiares de la enfermedad en ese paciente particular, más las características propias de ese paciente independiente del diagnóstico, como aspectos de su estado anímico, características de su personalidad y aspectos de su historia que pudieran haber actuado de desencadenantes de su situación actual, y todo eso da como resultado un tratamiento individualizado.

3. Muy importante: el criterio de totalidad. Se intenta siempre considerar al paciente con la totalidad de sus problemas de salud en una unidad, y buscar un sólo medicamento que lo abarque todo, inclusive su estado de ánimo. En lugar de dar un medicamento para cada problema.

4. Una clave es: el paciente es uno y todo lo que le ocurre, le ocurre a él. Es un artificio fraccionarlo en órganos independientes entre sí y a su vez, como si estuvieran separados del paciente mismo, como si fuera una máquina. La otra clave es que la homeopatía es una forma de tratamiento reaccional. Busca estimular la respuesta curativa espontánea que todos los seres vivos tienen, en lugar de imponer alivio transitorio con un producto químico.