Nuestros genes contienen la información de la expectativa de vida que nos depara la existencia. La inmensa mayoría de los seres humanos mueren antes de terminar ese período. Accidentes y enfermedades se encargan de acortar nuestro tiempo en la Tierra. El Método Científico fue descubierto a mitad del Siglo XIX por Claudio Bernard (1813-1878). A partir de allí se produjo un progresivo y sostenido control o curación de enfermedades crónicas que acortan nuestras vidas (obesidad, arteriosclerosis, hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, cáncer, colagenopatias, coagulopatías, enfermedades del Sistema Nervioso Central como Enfermedad de Alzheimer, Parkinson, Esclerosis Múltiple, etc.). Este proceso de aproximadamente 150 años fue lento en sus comienzos, incrementó su velocidad en la primera mitad del Siglo XX y en los últimos 50 años este incremento fue mayor, sobretodo como consecuencia del descubrimiento del ADN y del Genoma Humano. En la actualidad, estamos ingresando en el mundo de los tratamientos individualizados para múltiples enfermedades con involucramiento de alteraciones genéticas.
Aunque aumentó nuestra expectativa de vida, nuestros hábitos occidentales (alimentación inadecuada, sedentarismo, estrés laboral, social, financiero, auditivo, etc.) promueven un aceleramiento del envejecimiento fisiológico. ¿Cómo enlentecer este proceso?. Sin duda, no hay una única respuesta. Pero vayamos al título de esta nota. Efectivamente, en las últimas dos décadas se han efectuado estudios experimentales en tejidos, en animales y en humanos que sustentan de manera consistente el valor terapéutico anti-ageing de sustancias presentes en la piel de las uvas (principalmente negras) denominadas polifenoles. Entre estos, se destaca el resveratrol que ha demostrado claramente efectos antienvejecimiento. La ciencia farmacológica ha promovido el descubrimiento, estudio, desarrollo y aplicación de los denominados principios activos o monodrogas de las fuentes naturales (Digoxina de la hoja de la Digitalis, Morfina de la corteza del opio, Atropina de la hoja de la Belladona, Cafeína del fruto de la planta de café, etc.) que ha permitido dosificar adecuadamente a los pacientes y entender mejor los efectos producidos en función de la cantidad de medicamento administrado. Opuestamente, en el caso de las uvas existe información científica que apoya la ingesta del fruto entero fresco o polvo del fruto entero desecado o bebidas hechas a partir del fruto entero fresco (vino, jugo, otras bebidas) para obtener efectos antienvejecimiento. Aparentemente, en la uva entera la presencia de diferentes polifenoles pueden tener una suma o potenciación de sus efectos antioxidantes y de esta manera promover respuestas saludables en los seres humanos con cantidades más pequeñas que las necesarias con cada polifenol en particular.
Para finalizar, tres comentarios: 1) En la India, la Tradicional Medicina Ayurvédica promueve desde hace cientos de años una bebida reconocida como Tónico del Bienestar, denominada Drakshasava, que se hace de uvas enteras parcialmente fermentadas. Los análisis químicos efectuados en 1999 demostraron que la Drakshasava contiene resveratrol en concentraciones superiores a 1 gramo por litro. 2) En Francia, se describió la denominada ¨French Paradox¨ a principios de 1990 debido a que la población consumidora de una dieta muy rica en grasa posee un bajo riesgo de enfermedad cardíaca coronaria. Se postuló que esta población es protegida por la ingesta crónica y significativa de vino tinto (este vino contiene la mayor concentración de polifenoles y de resveratrol). 3) En Argentina, nuestro gran médico cardiólogo cirujano de relevancia mundial Rene Favaloro nos recomendaba un vaso de vino tinto en la cena (cada vaso de vino tinto contiene aproximadamente 100mg de polifenoles antioxidantes).
Asociación Argentina de Medicamentos
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