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Osteoporosis: fortalecer los músculos para cuidar los huesos

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Entre los múltiples fantasmas que acechan en la última etapa de la vida, las fracturas por osteoporosis (un cuadro caracterizado por baja masa ósea, deterioro en la microarquitectura y fortaleza del hueso, y aumento de su fragilidad) ocupan los primeros puestos del ranking.

Y no es para menos: a partir de los 50, una de cada dos mujeres y uno de cada cinco hombres las padecen.

Esto se sabe desde hace mucho. Pero lo que no es tan conocido es que, según muestran trabajos internacionales y locales, las fracturas no sólo se producen por la fragilidad ósea, sino también por la disminución de la masa, la fuerza y la función muscular que acompaña al envejecimiento, un trastorno llamado «sarcopenia».

«Trabajos internacionales que siguieron a miles de mujeres durante varios años vieron que las que presentaban sarcopenia, a pesar de poseer una densidad ósea normal, aumentaban 1,6 veces el riesgo de fractura -detalla la endocrinóloga y osteóloga Beatriz Oliveri, investigadora del Laboratorio de Enfermedades Metabólicas Óseas del Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo de la UBA y el Conicet-. En hombres, sumar osteoporosis y sarcopenia lo triplicaba.»

Un estudio publicado en el Journal of Osteoporosis & Physical Activity, del que Oliveri es coautora junto con Candela Fernández, Alicia Bagur, Dolores Gómez Glorioso, Diana González, Silvina Mastaglia y Carlos Mautalén, muestra un escenario similar en mujeres de Buenos Aires y el Conurbano con osteoporosis o un cuadro precursor, la osteopenia: la prevalencia de sarcopenia en el grupo de pacientes con fracturas fue del 41,4%; en cambio, entre las que no habían sufrido fracturas, alcanzaba el 19,3%. Es decir, que las mujeres que tenían fracturas también presentaban una prevalencia mucho mayor de sarcopenia.

Según puntualiza la especialista, el músculo y el hueso mantienen una estrecha relación, no sólo por los efectos de la carga mecánica (que lo fortalece), sino también por factores de crecimiento, como ciertas mioquinas, que los músculos esqueléticos liberan al torrente sanguíneo en respuesta a las contracciones y actúan sobre el metabolismo óseo.

Una tríada estratégica

Aunque se están evaluando distintos fármacos, no hay una medicación específica para atacar este problema que se acentúa con la edad, pero es posible tomar medidas de prevención. La estrategia está basada en un trípode: nutrición, actividad física y buenos niveles de vitamina D.

Ya se conocían los efectos benéficos del ejercicio aeróbico (caminar, remar, andar en bicicleta, 20 o 30 minutos tres a cinco veces por semana), pero ahora se sabe que son también muy importantes los ejercicios de resistencia, con cintas elásticas, pesas, tobilleras o muñequeras, dos o tres días por semana, en días no consecutivos, porque se necesita la jornada posterior para regenerar el músculo.

«La actividad aeróbica aumenta la síntesis proteica y mejora la circulación. Los ejercicios de resistencia aumentan la fuerza muscular -dice Oliveri-. Uno de los problemas que tenemos es que por lo menos el 30% de los adultos mayores se caen una vez por año. De modo que también es conveniente agregar ejercicios de balance, como el Taichi y otros.»

Y enseguida agrega: «Uno de los fenómenos característicos de la sarcopenia es que no sólo disminuye el tamaño de los músculos, sino que se pierden las fibras musculares II, que son las que intervienen en los movimientos reflejos y permiten actuar rápidamente para evitar una caída.»

También es fundamental aumentar la ingesta proteica, porque en los adultos mayores hay una resistencia a la síntesis proteica. «Lo óptimo es comer proteínas de buena calidad (clara de huevo, pescado, carne, quesos) después de hacer gimnasia -destaca Oliveri-. Además, para tener buen suministro proteico es ideal que se consuman tres porciones a lo largo del día. Salvo contraindicaciones por insuficiencia renal, los mayores deberían comer más proteínas que los jóvenes. El envejecimiento produce destrucción de tejidos en todo el organismo, y el músculo es una fuente de aminoácidos que contribuyen a repararlos.»

Por otra parte, como en el adulto disminuye la síntesis de vitamina D, es aconsejable suplementarla. «Los que tienen mejores niveles de vitamina D pierden menos función muscular», dice la experta.

Tomar en cuenta estos consejos parece imperativo si se tiene en cuenta que el 80% de las personas que sufren una fractura de cadera no vuelve a su actividad anterior, tiene más riesgo de verse obligada a recibir cuidados en geriátricos y ve completamente alterada su calidad de vida. La fractura vertebral altera la conformación del tórax, y puede producir dolor crónico y miedo a nuevas fracturas.

Para no llegar tarde, hay que empezar temprano

«Es crucial la actividad física realizada durante la niñez y la adolescencia porque el músculo y el hueso están íntimamente relacionados -coincide la doctora Belén Zanchetta, coordinadora médica del Instituto de Diagnóstico e Investigaciones metabólicas-. El estímulo mecánico que ejerce la actividad física sobre los huesos estimula la formación de una mejor y más resistente estructura ósea. La nutrición también juega un papel clave, específicamente la vitamina D, evitar el alcohol y el tabaco, y el consumo adecuado de proteínas y calcio. Sin embargo, pese a la importancia que reviste el lograr una adecuada ingesta de calcio, diversos estudios evidencian que la mayoría de la población no alcanza a cumplir con la ingesta recomendada. La Encuesta Nacional de Nutrición y Salud mostró que el aporte de calcio en la dieta de niños, adolescentes y adultos con frecuencia se encuentra por debajo de las recomendaciones nutricionales.»

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