Todo paciente que vaya a ser sometido a una cirugía debe bañarse previamente, la zona donde se realice la incisión no debe ser depilada, y los antibióticos deben administrarse antes de la operación no después, según unas nuevas directrices para evitar infecciones en el quirófano publicadas este jueves por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las Directrices Mundiales para la Prevención de las Infecciones Quirúrgicas son un nuevo conjunto de normas basadas en evidencias científicas, que sustituyen todo lo establecido anteriormente, según han explicado los expertos de la OMS en teleconferencia. Estas directrices -elaboradas por 20 expertos- establecen 29 recomendaciones específicas sobre cómo evitar infecciones en el quirófano. Una de las principales sugerencias -basada en una práctica muy extendida- es la de obtener una óptima higiene corporal, pero evitar depilar o afeitar la zona donde se vaya a realizar la operación, una práctica muy expandida.
Las directrices afirman: «Afeitar está totalmente desaconsejado en todo momento, ya sea en el preoperatorio o en el quirófano«. Además, añaden, que en el caso de no haber más remedio que depilar, el proceso se lleve a cabo con una máquina de cortar el cabello, no con una cuchilla. Según ha afirmado el director del departamento de Seguridad de la OMS, Ed Kelley, «tras una intensa revisión de las evidencias, se ha llegado a la conclusión de que no hay un beneficio claro en depilar».
En cuanto al suministro de antibióticos, las directrices señalan como momento óptimo aplicarlo 120 minutos antes de la operación. «La evidencia muestra que es cuando es más efectivo: no hay pruebas de que funcione después», ha subrayado Kelley. Los antibióticos son medicinas usadas para evitar y tratar infecciones causadas por bacterias. La resistencia a los antibióticos surge cuando la bacteria cambia en respuesta al uso de esos medicamentos, y el uso abusivo acelera el proceso.
«Recomendamos el uso de los antibióticos en las cirugías más importantes, así como no suministrarlo a menores», ha añadido Sally Davies, una de las expertas participantes en la elaboración de las directrices de la OMS. La resistencia a los antibióticos se está expandiendo paulatinamente en el mundo, hecho que pone en riesgo el uso de estos fármacos, haciendo muy peligrosos los procedimientos médicos más corrientes.
Precisamente, las infecciones quirúrgicas son aquellas causadas por bacterias que se introducen en las incisiones practicadas durante la operación. En países de ingresos medios o bajos, un 11% de los pacientes que se someten a quirófano se infectan durante el proceso de intervención.
Un ejemplo es África, donde el 20% de las mujeres que se someten a una cesárea padecen una infección posterior que pone en riesgo tanto a ellas como a la capacidad de cuidar íntegramente de su hijo recién nacido. No obstante, las infecciones quirúrgicas no son sólo problema de países en desarrollo. En Estados Unidos, por ejemplo, se contribuye a que los pacientes pasen 400.000 días extra hospitalizados, con un coste estimado de 900 millones de dólares al año.
«Al aplicar estas nuevas directrices, los cirujanos pueden reducir los daños colaterales, mejorar la calidad de vida y contribuir a frenar la expansión de la resistencia a los antibióticos», ha subrayado Kelley. Gracias a los programas piloto llevados a cabo en varios países africanos, ha añadido, han mostrado que la implementación de estas nuevas pautas y directrices pueden reducir hasta un 39% las infecciones durante las cirugías.
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