Los argentinos están peor de la presión. Sí, de la presión arterial. De la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias del corazón. Lo ideal es tener la presión por debajo de los niveles 14/9. Sin embargo, hoy el 36,3% de los adultos padecen hipertensión. Esta prevalencia aumentó un 8,5% entre 2008 y 2016, según un estudio epidemiológico que se presentó ayer en una de las sesiones del 42° congreso argentino de cardiología, que empezó ayer.
“Los resultados del estudio son preocupantes. Porque tener la presión arterial sin control por mucho tiempo implica un mayor riesgo de sufrir un ataque cerebrovascular, enfermedad de los riñones, infartos e insuficiencia cardíaca, que son trastornos que pueden conducir a la muerte”, explicó a Clarín Claudio Majul, que forma parte del comité organizador del congreso, y es integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Miguel González, presidente del comité científico del congreso y jefe de unidad coronaria del Sanatorio Finochietto, explicó que la hipertensión “se mide como la fuerza ejercida por el flujo de la sangre sobre las paredes de las arterias. Si da mayor o igual a 14/9 a lo largo de 3 mediciones correctas –con el paciente en reposo y tranquilo– se diagnostica la hipertensión arterial. Es una condición crónica pero que cuenta con tratamientos que permiten mantenerla bajo control”.
En 2008, los investigadores de la SAC habían impulsado el estudio -que llaman Renata (por las iniciales de Registro Nacional de Hipertensión Arterial) sobre prevalencia en Capital. Al año siguiente, sumaron a más personas de 7 provincias: el 33,5% de la población adulta sufría hipertensión. En 2015, se volvió a hacer el estudio, en colaboración con la Federación Argentina de Cardiología (FAC) en 18 provincias. Participaron 5931 mayores de 18 años. Para hacer el estudio Renata 2, que fue patrocinado por el laboratorio Gador y la empresa Nestlé, se puso una mesa en 25 filiales del Registro Nacional de las Personas. A cada participante, se le hizo una encuesta con consentimiento informado y se le preguntó por el nivel de consumo de sal. Le tomaron la presión arterial durante 3 veces, mientras la persona estaba sentada. Y le midieron el cuello y el perímetro abdominal. A los que ya sabían que sufrían hipertensión, le hicieron una encuesta sobre la adherencia al tratamiento. Todas esas mediciones y respuestas se compilaron y analizaron y arrojaron los resultados preocupantes.
Cuatro de cada 10 argentinos con hipertensión lo desconoce. Entre los que sí conocen, el 45% no está bajo tratamiento médico. Sólo el 24,2% tiene la enfermedad bajo control. Esa última cifra también llamó la atención. “La cantidad de hipertensos que tiene controlada la enfermedad bajó en un 8,7%”, advirtió Augusto Vicario, otro de los integrantes del equipo que hizo el estudio. Otros datos significativos es que la hipertensión está afectando a gente joven, pero que desconoce que tiene el problema. El 73,4% de los hipertensos menores de 35 años (que fueron detectados durante el estudio) desconocen la enfermedad, que se puede controlar con cambios en la alimentación, más actividad física y medicación. Hay que bajar el consumo de sal, comer más frutas y verduras, legumbres y pescado, y dejar de fumar tabaco.
Sin embargo, muchos de los que ya sabían que eran hipertensos no hacen caso a los consejos. Sólo el 50,4% de los hipertensos toman y siguen diariamente la medicación contra la hipertensión. Aunque saben que es su gran enemigo, los hipertensos que conocen su enfermedad agregan sal a la comida “siempre” en el 16,4% de los casos. Respondieron “raras veces” el 26,5% y “nunca” el 57,2 de los hipertensos. En este grupo de hipertensos, el 72% dijo que habían disminuido el consumo de sal en el último año.
Pero el cambio aún está pendiente. “Disminuir el consumo de sal puede reducir entre un 20 y un 30% la cantidad de eventos cardiovasculares, como infartos o ACV, Eso se logra quitando el salero de la mesa, reemplazando la sal al cocinar por otras especias que aporten sabor, y, primordialmente, consumiendo menos productos procesados y panificados, que son una de las principales fuentes de sodio en la dieta de los argentinos”, resaltó Gustavo Cerezo, ex presidente de la Federación Argentina de Cardiología y médico del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires.
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