A través de una campaña, la agencia informó que la ciudadanía en general está consumiendo demasiada acrilamida, cuyo efecto cancerígeno está demostrado en animales y es muy probable que tenga las mismas consecuencias en humanos, según consignó The Guardian.
No obstante, el director de política del organismo, Steve Wearne, afirmó que no se puede constatar aún que «una persona haya desarrollado cáncer por la cantidad de acrilamida que hay en su dieta».
«No se puede ignorar que los mecanismos que tienen este efecto en los animales son similares a los mecanismos que pueden desarrollar cáncer en los seres humanos», alegó y agregó que «no se pide evitar estos alimentos o grupos de alimentos, sino que se recomienda variar la dieta para reducir el riesgo».
Los expertos de la Agencia de Normas Alimentarias anunciaron que están trabajando con la industria de la alimentación, incluyendo los fabricantes y cadenas de comida procesada, con el objetivo de reducir los niveles de acrilamida en los alimentos.
Igualmente, no existe una regulación acerca de los límites máximos permitidos de acrilamida que pueden contener los productos, a pesar de que en 2016 avanzó una norma para establecer un límite legal en la Unión Europea.
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