La Tasa de Mortalidad Infantil en la Ciudad de Buenos Aires el año pasado bajó a 6,7 por cada mil bebés nacidos vivos. Si bien la cifra muestra una mejora con respecto a 2016, cuando habían muerto 7,2 por cada mil nacidos, no alcanza a ser la mejor tasa histórica, alcanzada en 2015, cuando llegó a 6.
Tampoco se han superado las diferencias crónicas entre el Norte y el Sur de la Ciudad. Mientras que en barrios como Recoleta, Palermo, Caballito, Belgrano, Núñez y Colegiales la tasa va de 3,7 a 4,7, en Lugano, Soldati, Parque Patricios, Pompeya, La Boca y Barracas llega a 8,9, el doble.
En términos absolutos, en 2017 murieron 234 bebés menores de un año. En 2016 habían muerto 282 y en 2015, 246. Pero lo cierto es que también bajó notablemente la cantidad de nacimientos: 35.036 en 2017, 38.840 en 2016 y 40.945 en 2015. Las estadísticas presentadas este miércoles por el Gobierno porteño muestran también que la tasa de mortalidad infantil del trienio 2015/2017 fue 6,6 por mil. Las anteriores: 7 por mil en 2014/2016, 7,6 por mil en 2013/2015 y 8,3 por mil en 2012/2014.
“El índice que mide la mortalidad infantil bajó no sólo del año pasado a este sino el trienio también. Trabajamos mucho para modificarlo y mejorar las cosas de acuerdo a lo recomendado por UNICEF”, dijo Ana Bou Pérez, ministra de Salud de la ciudad.
El año pasado, UNICEF había presentado un estudio en el que sugería mejorar el sistema de registro, la interacción con otras áreas de gobierno, además de profundizar en las causas de la mortalidad.
“Hemos regionalizado la atención, que es en distintos hospitales según su nivel de complejidad. Hay más médicos de cabecera y más de cien equipos territoriales”, explicó la ministra de Salud, que también habló del proyecto “Camino de la embarazada”, para favorecer el acceso a la salud y darle continuidad al control prenatal.
“El informe ha tenido efecto aunque todavía hay grandes desafíos, como hacer foco en la equidad”, dijo Fernando Zingman, especialista en Salud de UNICEF. Se refería a las comunas del Sur de la Ciudad, la 4 y la 8, donde la tasa sigue siendo alta. En los países del primer mundo la tasa no llega a 4.
“La tasa de la ciudad es buena, pero la sostenibilidad no está garantizada, hay que redoblar esfuerzos”, dijo Sebastián Waisgrais, especialista en Monitoreo e Inclusión Social.
Guadalupe Tagliaferri, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, habló del programa Red Primeros Meses “que garantiza asistencia médica y apoyo económico a madres de recién nacidos en situación de vulnerabilidad social”, y de los Centros de Primera Infancia donde van once mil niños y niñas de 45 días a 3 años.
La mortalidad durante el primer año se divide en mortalidad neonatal (ocurre el primer mes) y postneonatal (el resto del primer año). Dos tercios de las muertes son neonatales, y tienen que ver con malformaciones congénitas, nacimientos prematuros, consecuencias del parto, mientras que la tasa postneonatal tiene que ver con enfermedades infectocontagiosas, del aparato respiratorio, diarrea y enteritis. Tiene que ver con la prevención y el tratamiento. Esa tasa subió a 1,9 (en 2015 era 1,7).
“El 50 por ciento de las muertes son reducibles”, adelantó Ana Speranza, consultora del Departamento Materno Infantil de la Ciudad, quien contó que están haciendo un estudio pormenorizado sobre las causas de cada una de las muertes, que estará en junio. “Los niños con malformaciones que han muerto no deberían haber nacido”, dijo. Tiene que ver con el diagnóstico y el control.
En este sentido, la ministra de Salud acordó en que la baja de la mortalidad se explica en parte por la mejor atención y aplicación del protocolo de la Interrupción Legal del Embarazo, derecho que tienen las mujeres desde 1921 cuando son violadas o su vida o su salud corren peligro a causa del embarazo.
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