¿Para qué sirve un corazón en miniatura? Con todos los avances que ha habido en la investigación de células madre y la nanotecnología para combatir enfermedades cardiovasculares, ¿nos llevará la fusión de la biología y la tecnología a un futuro de ciencia ficción, mitad humano, mitad sintético?
En el filme Blade Runner (1982), de Ridley Scott, la humanidad aprovecha la bioingeniería para crear una raza de replicantes que parecen, actúan y suenan como humanos, pero que están hechos completamente de material sintético.
Tal vez estemos lejos de hacer realidad ese futuro de ciencia ficción. Pero lo artificial está comenzando a tener un profundo efecto en la medicina.
Desde sus vanguardistas laboratorios en Hong Kong, científicos de la compañía canadiense Novoheart usan células madre para crear corazones bioartificiales a los que llaman «corazones en frascos».
Con tan solo 2,5 mililitros de tu sangre, Ronald Li y su equipo aseguran que son capaces de fabricar células madre que pueden convertirse en una versión «clonada» de tu corazón en miniatura.
Un corazón que late al ritmo que late el tuyo y reacciona a los nuevos medicamentos de la misma forma en la que reaccionarías tú.
Puede llevar hasta seis meses crearlo, aunque a Li desarrollar el primero le costó 20 años.
El científico cree que esta tecnología podría acelerar el desarrollo de nuevas medicinas vitales porque los posibles efectos secundarios pueden ser detectados antes de hacer costosos -y más arriesgados- ensayos clínicos en humanos.
«El desarrollo de nuevos medicamentos es un proceso muy lento, caro e ineficiente, que suele costar entre US$2000 y US$3000 millones y mucho tiempo». «Las compañías farmacéuticas tardan entre 10 y 12 años en crear un solo medicamento, con unos elevados (e inaceptables) índices de fracaso del 90% o más», le contó a la BBC.
«El alto riesgo comercial ha dado como resultado que se desarrollen menos medicinas experimentales».
Los órganos bioartificiales clonados derivados de células madre a partir de la propia sangre del paciente podrían llegar a ser el futuro de la medicina de trasplantes, dice Li. «Los tejidos y órganos derivados de células madre ya no son cosa de ciencia ficción».
«Si te tomás una muestra de sangre y vuelves a mi laboratorio 16 o 20 semanas después, podré recrear o mostrarte varios frascos de tus propios corazones en miniatura», asegura.
Lo que quiere es vender su tecnología a las grandes farmacéuticas, pero sabe que el proceso no será sencillo. «Al mercado le llevará tiempo comprender y valorar esta tecnología. Al igual que está ocurriendo con los autos eléctricos -llevará tiempo hasta que puedan reemplazar a los de gasolina- irá conquistando el mercado muy poco a poco», afirma Li.
«Se pueden hacer cosas. Pero no va a ser fácil. A veces hay que esperar un poco. Supongo que ese será mi secreto».
Bertalan Meskó, un húngaro que se define a sí mismo como médico futurista y que es autor de varios libros sobre el impacto de las tecnologías digitales en la salud, dice que la medicina lleva tiempo quedándose rezagada en las apuestas tecnológicas.
«Muchas industrias ingresaron al siglo XXI, pero la de la salud todavía no lo ha hecho». «Millones de pacientes están en listas de espera para trasplantes, y los ensayos clínicos que permiten colocar nuevos medicamentos en el mercado a veces se demoran una década y cuestan miles de millones de dólares», le dijo a la BBC.
Avances con el de Ronald Li prometen la personalización de tratamientos según los antecedentes genéticos y moleculares de cada individuo, dice Meskó. «Las empresas que desarrollan tecnologías digitales para la salud no solo están aportando atención médica al siglo XXI, sino también poniendo más atención en los pacientes».
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