Un estudio de científicos de la UBA y del CONICET realizado con roedores podría ser aplicado en personas que hayan sufrido traumas.
“Al menos en roedores, este procedimiento conductual sencillo permite atenuar memorias persistentes de miedo”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir la autora principal del estudio, la doctora Haydée Viola, investigadora del Instituto de Biología Celular y Neurociencias Dr Eduardo De Robertis, que depende de la Facultad de Medicina de la UBA y del CONICET.
En el trabajo, descrito en la revista Scientific Reports, Viola y sus colegas entrenaron a los roedores para asociar un contexto con un estímulo aversivo (una descarga eléctrica de tres segundos de duración). Este aprendizaje era recordado por al menos una semana y, en consecuencia, en ese lapso los animales evitaban entrar en la zona que les provocaba el malestar.
“Lo que descubrimos es que si ellos exploran un contexto novedoso muchas horas luego del entrenamiento, la memoria aversiva expresada a la semana casi desaparecía”, afirmó Viola, y agregó que los experimentos mostraron que la novedad es efectiva doce horas después del aprendizaje de evitación a la zona de malestar
De acuerdo con Viola, el hallazgo podría utilizarse en humanos para disminuir la expresión de recuerdos indeseables. “Sería sencillo de implementar porque se dispone de suficiente tiempo a partir del hecho traumático para intervenir con la persistencia de esa memoria. Bastaría con exponer a los sujetos a un evento novedoso”, destacó, “En humanos no se han realizado estos experimentos. Se podría pensar en una experiencia novedosa y sorprendente, quizá un paseo, una visita inesperada o aprender un juego nuevo.”
Los animales experimentan un constante “bombardeo” de información, algunas memorias o recuerdos se guardan y otros se pierden. “Sabemos que una memoria influencia sobre la formación o persistencia de otra. Nuestro objetivo es descifrar los mecanismos neurobiológicos de este hecho cotidiano y buscar procedimientos que nos ayuden a conservar o a olvidar lo aprendido”, concluyó.
Del avance, también participaron los doctores Cynthia Katche, Micol Tomaiuolo, Guido Dorman y Jorge Medina, también investigadores del CONICET y de la UBA.
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